
Coxitis y cuándo prestar atención si un niño evita caminar

Cuando un niño pequeño de repente comienza a evitar apoyar un pie, cojea o se queja de dolor en la cadera o la ingle, los padres naturalmente se preocupan. Una de las causas comunes de estos problemas, especialmente en niños entre 3 y 10 años, es la llamada coxitis de la articulación de la cadera, también conocida como coxitis parainfecciosa. Aunque su nombre puede sonar aterrador, en la mayoría de los casos es una inflamación temporal y no grave que se resuelve por sí sola sin consecuencias permanentes. La clave, sin embargo, es reconocerla correctamente y proporcionar suficiente reposo en cama.
¿Qué es la coxitis y por qué afecta a los niños?
La coxitis es un término general para la inflamación de la articulación de la cadera. Puede tener varias causas, desde infecciones hasta enfermedades autoinmunes. El organismo infantil, que todavía está desarrollando respuestas inmunitarias y creciendo intensamente, es más susceptible a un tipo específico de coxitis, la llamada coxitis parainfecciosa.
Esta forma aparece con mayor frecuencia como una reacción del cuerpo a una infección viral reciente – típicamente de las vías respiratorias superiores, como un resfriado, tos o un virus leve. No está causada por una invasión directa de un agente infeccioso en la articulación, sino más bien por una respuesta inmunitaria exagerada del cuerpo que reacciona con inflamación en la cadera. Por esta razón se le llama "parainfecciosa", es decir, que acompaña a una infección.
Es peculiar que la coxitis en niños casi siempre se presenta unilateralmente y generalmente desaparece en unos pocos días o semanas. Sin embargo, puede ser muy molesta para el niño.
¿Cómo reconocer la coxitis parainfecciosa?
Los síntomas pueden aparecer repentinamente y a menudo surgen aproximadamente una semana después de una infección viral común. El niño comienza a quejarse de dolor en el área de la cadera, la ingle o incluso la rodilla, aunque el problema real se encuentra en otro lugar. A veces aparece una leve fiebre. Sin embargo, lo más característico es una marcha coja o rígida, o incluso la negativa a caminar por completo. Algunos niños, debido al dolor, incluso evitan sentarse en el orinal o ser cargados.
A diferencia de una artritis séptica más grave, que requiere tratamiento inmediato con antibióticos y a menudo intervención quirúrgica, en la coxitis parainfecciosa el estado general del niño no cambia significativamente. Generalmente, el niño no está apático, tiene un apetito normal y, aparte de la cojera, parece bastante saludable.
El médico puede recomendar un ultrasonido de la articulación de la cadera para confirmar el diagnóstico, que mostrará un hallazgo típico: un derrame en la cavidad articular. Los análisis de sangre suelen estar dentro de los límites normales o solo muestran parámetros inflamatorios ligeramente elevados (por ejemplo, CRP o sedimentación).
Ejemplo práctico: La madre de Eliška, de cinco años, notó que después de un fin de semana con resfriado, su hija de repente no quería caminar y aliviaba el pie izquierdo. La médica de cabecera la envió al ortopedista, donde el ultrasonido confirmó un leve derrame en la cadera izquierda, un signo típico de coxitis parainfecciosa. Después del reposo recomendado y unos días de descanso, Eliška volvió a correr normalmente con sus amigos.
¿Cuál es el tratamiento y qué pueden hacer los padres?
El elemento más importante del tratamiento es reposo en cama y limitar la actividad física hasta que el dolor y la cojera desaparezcan. Generalmente, no se requiere tratamiento con antibióticos ya que no se trata de una infección bacteriana. El médico puede recomendar medicamentos antiinflamatorios no esteroides, como el ibuprofeno, para aliviar el dolor y la inflamación.
Los padres deben asegurarse de que el niño realmente descanse, lo cual no siempre es fácil con niños activos. Generalmente, bastan unos días de descanso, pero en algunos casos, la recuperación puede tardar hasta dos semanas. Si los síntomas empeoran o persisten, es necesario consultar nuevamente al médico.
También es importante tranquilizar al niño y a uno mismo: las palabras "inflamación" y "articulación" pueden provocar temores de daño permanente, pero la coxitis parainfecciosa no deja secuelas si se sigue el régimen de reposo.
¿Cuándo prestar atención y qué podría indicar algo más serio?
Cuando un niño comienza a cojear, la primera explicación que se ofrece a menudo es la coxitis parainfecciosa. Es, después de todo, la causa más común de cojera en los pequeños pacientes. Pero cuidado: los mismos síntomas pueden ocultar diagnósticos mucho más serios que deben tomarse en serio desde el principio.
Uno de esos problemas es la artritis séptica, una infección bacteriana de la articulación. Este problema no espera y se desarrolla rápidamente. Si el tratamiento se retrasa, puede dañar la articulación de manera permanente. Por lo tanto, es crucial detectarlo lo antes posible y administrar los antibióticos correctos.
Otra posibilidad que vale la pena mencionar es la enfermedad de Perthes, que es una enfermedad donde se interrumpe el suministro de sangre a la cabeza del fémur. Esta puede morir y deformarse. A menudo afecta a niños entre 4 y 10 años. El diagnóstico suele ser más complicado y el tratamiento requiere paciencia, desde reposo hasta intervenciones ortopédicas.
No es raro que también aparezcan trastornos autoinmunitarios, como la artritis reumatoide, que pueden causar dolor y hinchazón en las articulaciones a largo plazo. Este ya no es solo un episodio de cojera, sino un proceso crónico que requiere atención a largo plazo de un reumatólogo.
Y en los casos más graves, tampoco se pueden excluir enfermedades tumorales óseas o la presencia de quistes óseos, lo cual suena aterrador, pero incluso estos casos pueden manejarse bien con una detección temprana. Es importante escuchar al cuerpo y no subestimar nada.
En resumen, la cojera en un niño puede ser una banalidad, pero también una señal de advertencia. Si persiste o se acompaña de dolor, hinchazón o fiebre, definitivamente es apropiado buscar ayuda profesional. Puede encontrar más información sobre la coxitis parainfecciosa aquí.
Los padres deben estar atentos si:
- el niño tiene fiebre alta
- el dolor empeora y no desaparece ni en reposo
- la cojera dura más de dos semanas
- el niño está apático y tiene dificultad para moverse incluso en reposo
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En estos casos, es necesario visitar a un ortopedista pediátrico o acudir a la sección ambulatoria de un hospital infantil.
¿Por qué es tan sensible la articulación de la cadera en los niños?
La cadera es una de las articulaciones más grandes y a la vez más exigidas del cuerpo. Además, en los niños todavía se está desarrollando y está irrigada por una rica red de vasos sanguíneos. Cualquier alteración del equilibrio, ya sea por inflamación, lesión o respuesta inmunitaria, puede manifestarse aquí más rápidamente que en otros lugares. Además, los niños a menudo no pueden localizar el dolor con precisión, por lo que se quejan de la rodilla, la pantorrilla o simplemente "no quiero caminar", lo que puede llevar a un reconocimiento tardío del problema.
La sensibilidad del aparato locomotor infantil también es confirmada por la Dra. Kateřina Veselá, ortopedista pediátrica del FN Motol: “En los niños, cualquier cojera merece atención. Incluso una causa aparentemente banal puede ocultar un problema más serio."
Coxitis y regreso a la actividad normal
Después de que los síntomas desaparecen, no es necesario limitar al niño: puede regresar al jardín de infancia, al parque y a los deportes. Sin embargo, no es adecuado someterlo de inmediato a actividades intensas como trampolín o entrenamiento de fútbol. Se recomienda un regreso gradual al movimiento, idealmente comenzando con caminar normalmente y luego agregar cargas más exigentes.
En algunos casos, se puede recomendar un control con el ortopedista en unas semanas, especialmente si el niño ha tenido coxitis repetidamente o la cojera ha durado más.
Aunque la coxitis parainfecciosa puede ser desagradable para los niños y estresante para los padres, no hay necesidad de entrar en pánico. En la mayoría de los casos, se trata de un estado bien manejable con un pronóstico excelente. Es importante escuchar a su hijo, observar los cambios en su marcha o comportamiento y no dudar en consultar con un médico si no está seguro.
Los niños no son adultos pequeños, y sus cuerpos a veces reaccionan a estímulos comunes de manera inusual. Cojear después de un virus es una de esas señales que no debe pasarse por alto, pero que al mismo tiempo no es motivo para preocupaciones exageradas. La observación cuidadosa, el reposo y la posible revisión médica suelen ser suficientes para que el pequeño paciente vuelva a correr hacia nuevas aventuras.